Por  Juan Ordóñez

Por allá del año de 1972, se realizó un experimento que probó el poder de la intención, la importancia del fenómeno holográfico, así como sus implicaciones en nuestra participación activa de la realidad frente a nosotros. Este experimento involucró a 100 personas pertenecientes a ciudades de alrededor de 10 mil habitantes. 24 ciudades de Estados Unidos fueron analizadas.

El experimento consistió en “entrenar” a los 100 mencionados en técnicas de meditación para experimentar paz interna, misma que después de un tiempo, fuese reflejada hacia la comunidad total. A esto se le llamo “El efecto Maharishi”, en honor del Maharishi Mahesh Yogi que dijo que con tan sólo el 1% de la población de algún lugar que a través de practicar su forma de meditar e integrar la experiencia de la misma, habría una reducción en índices de criminalidad y violencia. El experimento fue un éxito.

Estudios posteriores, publicados en la “Journal of Conflict Resolutions” en 1988, dieron prueba a la anterior teoría, arrojando resultados positivos similares a los mencionados anteriormente, sólo que en esta ocasión el experimento se realizó durante el conflicto Líbano-Israelí de 1980. A diferencia de Estados Unidos, este grupo de individuos fue entrenado para sentir paz en todos los niveles de sus vidas (cuerpo, mente, emoción, energía/espíritu) más allá de simplemente pedirla, visualizarla y/o imaginarla y sin ninguna técnica en particular.

Ya entrenados, se les posicionaba, en días y horas específicas del mes, en puntos álgidos de las zonas de conflicto, obteniendo así, resultados asombrosos de notoria reducción en los índices de criminalidad, visitas a las salas de emergencia y accidentes de tráfico. Cabe mencionar, que en este experimento, se tomo en consideración ciclos lunares, días de la semana y días festivos. La consistencia de los resultados hizo que los investigadores concluyeran que el número mínimo de personas, “experimentando paz”, necesario para iniciar una manifestación de igual proporción (paz) en el exterior, es igual a la raíz cuadrada del uno por ciento de la población, dato interesantísimo, pues resultó mucho menor que lo que había estipulado el Maharishi.

Obviamente que entre más gente participe es mucho mejor, pero para que nos demos una idea, de una población de un millón de personas, se necesitarían solamente 100 individuos para prender la chispa que origine un cambio. ¿Sabes cuántas personas se necesitan en tu zona de residencia? Haz las matemáticas y te sorprenderás, pero esa no es la pregunta importante, la pregunta relevante es, ¿quieres ser parte de ese grupo?

Aún cuando estos y otros estudios, probablemente, para algunos de ustedes necesiten mayor revisión, nos muestran que el efecto no es “casualidad”. No hay que olvidar que a través de la historia se ha hecho mucho énfasis en la importancia de cada individuo dentro de la totalidad. Todos formamos parte de lo mismo y nuestra presencia y participación es fundamental, especial y trascendental.

Traigo esto a colación debido a los innegables hechos que se han vivido en nuestro país en las últimas semanas. Lo que a repercutido en miedo, rabia y frustración en los corazones de las personas. Miedo, rabia y frustración que te hacen perder control y sucumbir ante las proyecciones mentales tuyas y las de los demás. No estoy acusando a nadie de nada. Sólo trato de aportar mi granito de arena para empezar a tomar acción, porque si tomamos en cuenta los experimentos anteriores, ¿qué mensaje crees que Dios, el universo, la inteligencia infinita, o como quieras llamarle, está recibiendo? No puedes ver paz enfrente de ti, si tu corazón está lleno de miedo o rabia, o ambas.

Debemos tener claro que una intención no es un simple pensamiento, es un pensamiento que involucra tu estado emocional, mental y espiritual, por eso hay quienes les llaman pensamientos de orden superior. Pues te conectas con esa vasta red de información y posibilidades infinitas y eliges una posibilidad a ser manifestada.

El verdadero secreto es que tus pensamientos no van a mejorar tu vida sino incluyes las otras variantes que definen la intención. No vas a lograr nada sólo repitiendo “me voy a curar” o “mi ciudad está libre de violencia”, o gritando «quiero un cambio», si emocionalmente tienes miedo, rabia o dudas de loque sucederá. Y aquí debemos ser muy honestos con nosotros mismos pues muchas veces decimos “no tengo dudas, claro que lo creo” pero ese apretón en la boca del estómago o la presión en nuestro pecho, nos está diciendo que no es cierto.

Una intención no puede dejar de funcionar, es energéticamente imposible. Una intención está vacía sino está provista de Fe. Fe que Neville, místico, filósofo y pensador de Barbados describió como “la asunción de que tu deseo está concedido”.

Tenemos que “limpiarnos” mental, emocional y espiritualmente para que nuestros pensamientos se tornen en verdaderas intenciones. Cuando logramos limpiarnos de esas cargas negativas el mundo literalmente cambia frente a nuestros ojos y entendemos, entendemos que no importa cuántos libros me haya leído, a cuántos cursos haya asistido y/o cuánto conocimiento haya yo recabado, transformar mi realidad no es a través del intelecto es a través del corazón. Sólo a través de la experiencia interna que nos da la verdadera Fe, podremos realizar todos nuestros sueños. Por eso por favor, si te unes con otras personas para orar o meditar, no lo hagas para que se acabe la violencia, o para que haya paz, o para que los narcos agarren la onda, o para que el gobierno cambie. Medita y ora sintiendo la paz que estas practicas conllevan, sólo siente la paz que ya está en ti y que tu falta de Fe, no te permite ver. Es obvio, pero lo menciono, que no basta con sentirte en paz un ratito, debes de sentir la paz la mayor parte de tu día durante varios días. ¿Quieres una medida? Saca cuentas de cuánto tiempo te la pasas preocupado, amedrentado, hablando y/o quejándote de la violencia, de los narcos y del gobierno. Pues bien, ese mismo tiempo necesitas invertir en sentirte en paz.

¿Quieres un cambio o quieres ser parte del cambio?. Repítete, “El cambio soy Yo” y toma acción, siente la paz, vive sin miedo.

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