Por Juan Ordóñez
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Después de haber revisado lo que la nueva ciencia propone y da como explicación acerca de cómo se manifiesta la realidad frente a nosotros, concluimos que somos responsables directos de los eventos en nuestra vida de manera personal. Los sucesos a nivel global responden a la misma esencia pero involucran, obviamente, a las masas.
Vimos en los artículos previos, y ojalá lo haya explicado bien, que vivimos inmersos e interconectados en un vasto campo de energía con el cual intercambiamos información, y es por esto que un pensamiento no es sólo una cosa o algo, es algo que influencia algo más o a otra cosa. Y que se necesita la “fuerza” de un observador para convertir esta “nube” de posibilidades en algo tangible. Esto quiere decir que existe la prueba suficiente para concluir que nuestros pensamientos son energía que afecta o ingiere, aparte de a nuestra propia persona, a la energía de las personas y de las cosas alrededor de nosotros.
El físico alemán Fritz Albert Popp descubrió que todo ser vivo emite pequeños cuantos de luz y en contacto con otros seres vivos se crea una red de comunicación y/o de intercambio de información. De esos experimentos se concluyó que nuestros pensamientos son energía transmitida y se comenzó a utilizar la palabra “intención”.
En 1972 en más de 24 ciudades de Estados Unidos con poblaciones de alrededor de 10 mil personas, se experimentaron cambios significativos en las mismas, concernientes a bienestar y seguridad con tan sólo involucrar a 100 personas. El experimento consistió en “entrenar” a dichas personas en técnicas de meditación para experimentar paz interna que fuese reflejada hacia la comunidad. A esto se le llamo “El efecto Maharishi”, en honor del Maharishi Mahesh Yogi que dijo que con tan sólo el 1%de la población de algún lugar que experimentara su forma de meditar, habría una reducción en índices de criminalidad y violencia.
Estudios posteriores, publicados en la revista: “Journal of Conflict Resolutions”, publicado a finales de los años ochentas, probaron nuevamente y con los mismos resultados positivos, la anterior teoría, en esta ocasión se realizó durante el conflicto Líbano-Israelí en 1982, a estos individuos se les entrenó para crear paz en sus cuerpos más allá de simplemente pedirla, visualizarla y/o imaginarla (sin ninguna técnica en particular). En días y horas específicas del mes, se posicionaba a estas personas en puntos álgidos de las zonas de conflicto con los resultados asombrosos de una reducción considerable en los índices de crímenes en contra de personas, visitas a las salas de emergencia y accidentes de tráfico. En esta ocasión se tomo en consideración ciclos lunares, días de la semana y festivos. Los resultados fueron tan consistentes que los investigadores concluyeron que el número mínimo de personas experimentando paz interna necesario para iniciar una proyección igual al mundo externo es: la raíz cuadrada del uno por ciento de la población, mucho menor que lo que había estipulado el Maharishi. Obviamente que entre más gente participe es mucho mejor, pero para que nos demos una idea, de una población de un millón de personas, se necesitarían solamente 100 individuos para prender la chispa que origine un cambio. ¿Sabes cuántas personas se necesitan en tu ciudad? Haz las matemáticas y te sorprenderás, pero esa no es la pregunta importante, la pregunta relevante es, ¿quieres ser parte de ese grupo?
Aún cuando estos y otros estudios, probablemente, para algunos de ustedes necesiten mayor revisión, nos muestran que el efecto no es “casualidad”. No hay que olvidar que a través de la historia se ha hecho mucho énfasis en la importancia de cada individuo dentro de la totalidad. Todos formamos parte de lo mismo y nuestra presencia y participación es fundamental, especial y trascendental. (Por ahí les recomiendo la película AVATAR)
Debemos tener claro que una intención no es un simple pensamiento, es un pensamiento que involucra tu estado emocional, mental y espiritual, por eso hay quienes les llaman pensamientos de orden superior. Pues te conectas con esa vasta red de información y posibilidades infinitas y eliges una posibilidad a ser manifestada.
El verdadero secreto es que tus pensamientos no van a mejorar tu vida sino incluyes las otras variantes que definen la intención. No vas a lograr nada sólo repitiendo “me voy a curar” o “mi ciudad está libre de violencia”, si emocionalmente tienes miedo o dudas. Y aquí debemos ser muy honestos con nosotros mismos pues muchas veces decimos “no tengo dudas, claro que lo creo” pero ese apretón en la boca del estómago o la presión en nuestro pecho, nos está diciendo que no es cierto.
Una intención no puede dejar de funcionar, es energéticamente imposible. Una intención está vacía sino está provista de Fe (emoción positiva de certeza), como lo mencionamos con anterioridad.
Tenemos que “limpiarnos” emocional y espiritualmente para que nuestros pensamientos se tornen en verdaderas intenciones. Cuando logramos limpiarnos de esas cargas negativas el mundo literalmente cambia frente a nuestros ojos y entendemos, entendemos que no importa cuántos libros me haya leído, a cuántos cursos haya asistido y/o cuánto conocimiento haya yo recabado, transformar mi realidad no es a través del intelecto es a través del corazón. Sólo a través de la experiencia interna que nos da la verdadera Fe, podremos realizar todos nuestros sueños.
Si los pensamientos y emociones juegan un papel tan importante en la modificación de nuestra biología, salud y vida en general (y estoy seguro que lo hacen), entonces el tratamiento de las emociones se convierte en una parte esencial de una vida óptima.
Términos como «medicina energética», “terapias vibracionales” y/o «terapias complementarias» son términos que han surgido en respuesta a estos cambios en la percepción de la realidad. Soy y sigo siendo un defensor de las herramientas complementarias para hacer frente a los traumas emocionales subyacentes que pueden desencadenar malestar en todos los sentidos.
Técnicas como «Biodescodificación», “Códigos del Ser”, “EFT (técnica de liberación emocional)”, “Terapia de Respuesta Espiritual”, entre muchas, trabajan en varios niveles de nuestro ser y en su totalidad (cuerpo, mente, energía/espíritu) al mismo tiempo, ayudando a obtener un mejor manejo de tus emociones, resolviendo de esta forma traumas profundos, incluyendo los ocasionados por tragedias inesperadas.
Una vida óptima realmente depende de afrontar y resolver nuestros traumas emocionales tan pronto como sea posible; no dejar que viejas heridas emocionales persistan y supuren. Deja atrás esas cargas para que tu camino se aligere día con día.
Entonces pues, podemos definir el proceso de creación en tres simples pasos, pido, se me concede y agradezco (acepto). El más fácil de todos es el segundo pues no depende de mí, depende de Dios, la inteligencia infinita, del universo, o como quieras llamarle. Es este paso del proceso natural donde todos damos tumbos, porque queremos intervenir y al forzar las cosas nos alejamos de la esencia misma. ¿Has visto que algo en la naturaleza sea forzado? Es igual con nosotros.
Pedir es también muy natural, cada momento de mi existencia estoy enviando peticiones, pero aceptar el hecho de que voy a recibir es lo más difícil, pero tampoco imposible. El agradecer/aceptar es prepararnos para recibir, por ejemplo, si quiero un nuevo empleo, no sólo lo busco (lo pido), me entreno o aprendo cosas nuevas que me ayuden a tener un mejor desempeño en el nuevo empleo, al hacer esto me abro a muchas más posibilidades y genero en mi la vibración interna positiva que iguale la vibración de mi pensamiento y por ende vea mi deseo cumplido, esto es tomar acción, creer, crear.
Como siempre digo, bienestar es bienestar y si después de todo este rollo de 4 artículos, concluimos que lo que se necesita es congruencia entre pensamiento y emoción (intención), busca ese estado de bienestar en la música, recuerdos de tu vida, en la naturaleza, donde sea, y cuando sientas esa dicha, esa totalidad, ese escalofrío que recorre tu cuerpo, emite tu intención y agradece/acepta el regalo divino.
Dejemos de guiarnos por la mente y sigamos nuestros corazones, claro, después de haber depurado su contenido. Como te lo dije al inicio, no hay fórmula, no existe. Existe el soltarnos con Fe y saber, desde lo más profundo de nuestros corazones, que las cosas van a salir bien, que siempre hay alguien ahí para cacharnos.
Reciban todos mil bendiciones, mi corazón está abierto a ustedes y “es mi intención que hoy, mañana y siempre, tengas una vida llena de salud, amor y bendiciones”.