Por Juan Ordóñez

Todos experimentamos algún miedo a lo largo de nuestra vida, sobre todo ahora que hay tantos cambios sucediendo tan rápido. Muchas de las personas que han decidido avanzar en su camino hacia una más profunda autenticidad, compromiso y responsabilidad en su vida, lo perciben ahora más que nunca y se abruman. Ser lo que realmente somos, expresarnos con valentía, y sabernos responsables directos de lo que queremos en la vida, puede causar mucho temor en nosotros.

Cuando era joven pensaba que algo andaba mal en mí, porque me ponía nervioso en los deportes, en la escuela, en situaciones sociales, y bueno, en casi todo. “Eres aprehensivo como tu mamá, me decían”, y siempre pensaba lo mismo, “bonita herencia me diste mami”. Ahora entiendo que todo el mundo experimenta su propia versión de esos mismos temores básicos, ser juzgado, cometer errores, verse mal, desilusionar a otros, fallar, etc. Todo eso es simplemente ser humano y no es “culpa” de nadie.

La gran mayoría huye o se esconde de sus miedos, los evade, simplemente porque asusta, es incómodo o embarazoso. También piensan erróneamente que «no se debe», que sentir miedo es de alguna manera «equivocado». Sin embargo, la mayoría de cosas que significan mucho para nosotros en la vida, no se presentan sin la percepción implícita de algún miedo. Y como nos esforzamos por vivir con autenticidad, es inevitable sentir miedo a lo largo del camino.

La cuestión no es si experimentar miedo es erróneo, equivocado, malo o indebido, porque todos lo percibimos y/o percibiremos de alguna u otra forma, el punto es, para cada uno de nosotros, preguntarnos ¿cómo puedo enfrentar mis miedos de una manera honesta sin que me impidan ser quien soy en realidad y así poder lograr lo que quiero en la vida?

Aquí te paso algunas sugerencias que me han dado resultado y recomiendo ampliamente a mis pacientes: (recuerda, no es lo que yo te diga, es lo que tú hagas con ello)

Admitir. Es importante reconocer nuestro miedo, decir la verdad sobre él, y ser real, pues cuando sentimos miedo y estamos dispuestos a admitirlo, con un sentido de empatía y comprensión, tomamos a toro por los cuernos y nos damos un pequeño respiro para empezar a dar y/o buscar solución.

Aduéñate de él. Asume la responsabilidad de tus miedos y hazlos tuyos, no de nadie más. A menudo tenemos la tendencia de culpar a otros por hacer o decir cosas que nos asustan o abruman, pero si tienes en cuenta que nadie te puede “hacer sentir» miedo (o lo que sea), ya que este es un sentimiento personal, retomas responsabilidad en tu creación, ganándole poder al miedo, pues entiendes que eres las única persona que lo puede cambiar, ya que sólo existe dentro de ti, no afuera.

Siéntelo. Permítete sentir tu miedo, y no sólo pensar o hablar de ello. Siéntelo en tu cuerpo y permítete entrar en la emoción misma, sí, efectivamente será incómodo y nada agradable, pero como cualquier otra emoción “negativa”, cuando nos permitimos sentirla profunda y apasionadamente, ayudamos en su disolución. El miedo también es energía, y como tal, se puede disipar.

Exprésalo. Déjalo salir, habla, escribe, mueve tu cuerpo, grita, o haz lo que creas necesario para que expresar tu miedo. De la misma forma que te sugerí sentir la emoción con intensidad, te sugiero que expreses dichas emociones con la misma intensidad y pasión con la que estas se manifiestan a través de ti, ayudando así a darles solución, pues la expresión nos da claridad. Cuando reprimimos nuestras emociones, estas se quedan atascadas, lo que a la larga resulta debilitante y peligroso.

Suéltalo. Esto es frecuentemente, más fácil decirlo que hacerlo. Soltar nuestro miedo es mucho más fácil cuando honestamente lo admitimos, nos adueñamos, lo sentimos y lo expresamos. Dejar a un lado el miedo es una elección consciente y deliberada, no una forma reaccionaria de negación. Una vez que te has permitido enfrentar tu miedo, podrás afirmar: «Yo decido dejar el miedo atrás y usar su energía de una manera positiva.»

Visualiza los resultados positivos que deseas. Piensa, habla en voz alta, escribe, o incluso cierra los ojos y visualiza la forma en que deseas que las cosas sean, pero lo más importante, siente en el presente, cómo te quieres sentir mañana. Si el miedo se centra en algo específico, como tu trabajo, una relación, dinero, etc. visualiza cómo quieres que sea y permítete sentir cómo quieres sentirte en esa situación específica.

Toma acción. Siempre se debe estar dispuesto a tomar medidas audaces y valientes, incluso si todavía se sienten los nervios. Tus piernas pueden temblar, tu voz quebrarse, pero eso no debe impedir que digas lo que está en tu mente, tomar un riesgo, formular una petición, intentar algo nuevo, o ser audaz en una forma pequeña o grande. Hacerlo es lo que genera confianza y nos permite enfrentar nuestros miedos.

El miedo puede y, de hecho, nos impide en la vida ser nosotros mismos, hablar nuestra verdad, y manifestar lo que realmente queremos. Pero cuando recordamos que no hay nada malo en sentir miedo y estamos dispuestos a ceder ante nuestra vulnerabilidad con inteligencia, audacia y coraje, literalmente podemos transformar la energía del miedo en algo que nos catapulte hacia nuestro crecimiento y realización en la vida. ¡YO CREO!

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