Por Juan Ordóñez
Por desgracia se ha generado una especie de “pánico colectivo”, bastante absurdo por cierto, debido a las malas interpretaciones de las profecías mayas, aseverando que ellos habían anunciado que el mundo se acabaría en diciembre del 2012. ¡NO ES VERDAD!. Los mayas nunca usaron la palabra fin. Lo que sí aseveraron fue un momento de profundo cambio, cambio en la consciencia colectiva, y por lo tanto, en la individual.
Esto no va a pasar, ¡está pasando! El problema es que nos mal acostumbramos a ver el detallito, en vez del panorama amplio.
Ya hemos hablado de que todo es vibración, y dichas profecías hablan de que el planeta elevaría su frecuencia vibratoria, un hecho, por cierto, esta frecuencia que se mide con la resonancia Shumann ha pasado en los últimos años de 8 a 13 ciclos. No somos los únicos, todos los planetas del sistema solar están cambiando, al igual que los del resto de la galaxia. Esto explica la intensidad de las tormentas solares y algunos fenómenos geofísicos aquí en la tierra. Como nuestro cuerpo responde a esta efluvia electromagnética, es la razón por la que sentimos que el tiempo pasa más rápido y los diferentes “achaques” físicos y emocionales.
La esencia de las profecías mayas es comunicarnos la existencia de un ciclo de 25, 776 años (muchos autores redondean a 26 mil), llamado ‘el gran ciclo cósmico’. Estaciones, meses, días, se ajustan a ese ciclo. Imagina un círculo dividido en 2 partes cada parte de 13 mil años, estamos terminando lo que sería la parte de abajo, llegando al ecuador de este ciclo. Los mayas dijeron que cuando la estrella polar brille sobre el polo, la constelación de Acuario aparezca en el horizonte y el tránsito decimotercero de Venus se dé (creo que es por ahí de los primeros días de junio del 2012), el centro de la galaxia pulsará y habrá manifestaciones de fuego, agua, tierra, aire.
La gente malinterpreta esto con tribulaciones, porque sólo miran el detalle, sin embargo estos eventos “catastróficos”, tanto geofísicos como sociales, hacen que la gente reflexione, piense acerca de su vida, hagan examen consciente y corrijan acorde. Cuando la pérdida y desgracia te posee, entonces es que la mayoría piensa en el conjunto, en el apoyo, en la ayuda mutua, en el nosotros y se sale del YO. La idea es llegar al mismo resultado, sin la tribulación.
Un despertar de la consciencia, de eso se trata, por eso todo lo que está mal en el planeta se está potenciando con el objetivo de que la mente humana se dedique a resolverlo, a darse cuenta de que se necesita un cambio, y que la solución incluye a todos, en armonía.
La energía femenina, no de género, es quien tendrá el poder de crear la nueva era. Según las profecías, la era que viene es de armonía y espiritualidad. No será de la noche a la mañana, los mayas llamaron a esto “el tiempo del no tiempo”, que irá de 2012 a 2032. Si ves, todas las profecías hablan de lo mismo, crecer en consciencia y asumir nuestra responsabilidad. Ser mejores personas.
Esta es la explicación del porqué, en este momento, la mayoría está viviendo un tiempo de evaluación de su vida. Ya sabes, las preguntas clásicas ¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí?, y ¿a dónde voy?
Dios, el universo, la inteligencia infinita, o como quieras llamarle, nos está dando una oportunidad individual para cambiar y mejorar nuestras vidas. La manera de sincronizarnos con este cambio es, no tener miedo, darnos cuenta de que podemos cambiar nuestra realidad. Ya hemos hablado de esto innumerables veces. La distancia entre causa y efecto ha disminuido. Hoy, piensas algo y a al poco tiempo (una semana o dos) está sucediendo.
Ya que la consciencia es la base de la realidad, cualquier cambio en consciencia, automáticamente transformará la misma en todos los aspectos. Recuerda, la realidad se crea a través de nuestros pensamientos y emociones. Para una vida favorable, debe haber, a nivel vibracional, sintonía (igualdad) entre pensamiento positivo y emoción positiva. Repítete, “El cambio soy Yo” y cambia conscientemente. Los mayas lo hicieron y esa información vive en nosotros, recuperémosla.