Somos conocidos por muchos nombres, los índigo, los cristal, los diamante, semilla de estrellas, los niños arcoíris, que hace dos décadas estaban en boom. Ahora, algunos nos han mal calificado como “Altamente Sensibles”, o nos catalogan como tipo de personalidad INFJ (introversión, intuición, sentimiento, juicio).
Pero lo más común para nosotros, hoy en día, es ser llamados Raros. Sobre todo entre la juventud. Sin importar cómo nos llamen, nuestra visión es la misma: terminar con el dolor, con el sufrimiento, con la injusticia, contribuir a que la humanidad viva en armonía, que realmente vivamos y no simplemente sobrevivamos.
Los Émpatas somos conductos, receptores y canalizadores de las energías del entorno y del reino espiritual, sabemos lo que sientes, lo que ocultas, tus verdaderas intenciones. Es decir, tenemos la capacidad de percibir las energías/emociones del entorno con una intensidad indescriptible.
Ser un Émpata es abrir nuestros corazones de tal manera que sentimos lo que los demás sienten en nuestros propios cuerpos, lo que nos granjea increíble compasión por los demás y profundas habilidades sanadoras, pero pagando un precio muy alto al saturarnos de las energías y emociones del entorno, por lo que es necesario desarrollar o aprender técnicas que salvaguarden nuestras capacidades, estableciendo límites sanos. Créeme que ignorar tus habilidades, despreciarlas, o no darles importancia, no las hará desaparecer y al paso del tiempo, vivirás tu vida como una maldición, pero si integras estas capacidades y abrazas tu potencial, te ayudará a transformarlas en el hermoso regalo que realmente son.
Los Émpatas somos soñadores e idealistas, contamos con este Súper Poder, de manera “accidental”. Muchos pasamos nuestros primeros años de vida llenos de duda e inseguridad, complaciendo a los demás. Pero cuando nuestra zona de confort se viene abajo por el inevitable enfrentamiento con nuestra sombra. Nuestros métodos de rescate son ineficientes para hacernos felices. La depresión se hace presente y los sentimientos de no ser nada, de estar descompuestos, mal hechos, o rotos, se hacen presentes. Pero si reunimos el valor y el coraje para mostrarnos, nos embarcaremos en la búsqueda hacia el descubrimiento de nuestra verdad, la sabiduría y el amor. Y cuando esta aventura inicia, no hay vuelta atrás para un Émpata, pues cuando los soñadores nos unimos, el mundo empieza a girar en la dirección correcta.